– Reflexiones de Jorge Hernández Bernal –
En estos días de felicitaciones y buenos deseos se está haciendo común asegurar que pronto vendrán mejores tiempos, que el año entrante no puede ser peor que el saliente. Este es el tipo de optimismo que debemos tomar con cautela, un optimismo “porque sí”, alejado de un análisis racional de los problemas que nos aquejan y sus causas y soluciones reales. Frente a este optimismo “porque sí”, es necesario un optimismo informado, consciente, y responsable. Sin entrar en si el optimismo respecto al desarrollo próximo de la pandemia está justificado, a mí lo que me preocupa del futuro no es la pandemia, sino la insostenibilidad manifiesta de nuestra civilización.
El hecho es que nuestro consumo de energía ha crecido a un ritmo medio casi un 2% cada año en las últimas décadas[1]. La mayor parte de este consumo de energía proviene de combustibles fósiles[1], cuyo consumo está alterando la composición de la atmósfera y con ello un cambio climático[2] que podría disparar otros procesos difícilmente reversibles en nuestro planeta[3].
Como posibles alternativas a los combustibles fósiles se perfilan la energía nuclear de fisión, y las energías renovables. La energía nuclear de fisión requiere grandes inversiones y un tiempo que escasea para construir nuevas centrales[4], además el acceso al uranio motiva conflictos geopolíticos, como la intervención militar de Francia en Mali[5]. Por su parte, las energías renovables requieren de la construcción de instalaciones que suponen unos recursos materiales que no están disponibles en la Tierra a escala suficiente[6], y que también están ya causando conflictos geopolíticos, por ejemplo en Bolivia[7]. Además los paneles solares y molinos eólicos tienen una vida útil limitada, y es urgente mejorar nuestra capacidad para reciclarlos al final de su vida útil y aprovechar sus materiales[8].
De forma que al problema energético sumamos el problema de los recursos materiales. Hasta hace muy poco, la humanidad había extraído de la tierra todos los recursos que necesitaba sin preocuparse. Tomamos los recursos, los usamos, y los arrojamos a vertederos. Es lo que se conoce como economía lineal . Pero la creciente velocidad a la que consumimos los recursos implica que la Tierra ya no da más de sí, necesitamos implantar una economía circular en la que los recursos no son extraídos, utilizados, y desechados, sino que tomamos los objetos que no necesitamos más para obtener recursos con los que construir cosas nuevas, así la extracción de nuevos recursos y el vertido de desechos quedan limitados [9].
La implantación de una economía circular no sólo requiere reciclar, cosa que Ecoembes, principal organización responsable del reciclaje de envases en España, no hace en la medida en que debería[10], sino también reducir el uso de recursos, y reutilizar las cosas tanto como sea posible, en lugar de desecharlas rápidamente[9]. La ropa, objetos, y máquinas, deben diseñarse para durar. El sistema consumista no tiene futuro porque supone una aceleración del consumo de recursos que no radica en una mejora real de nuestras vidas.
Mientras nos deseamos lo mejor para 2021, nos damos ostentosas comidas y cenas con abundante carne y pescado, alimentos que consumimos en exceso[11], contribuyendo a ese excesivo consumo de recursos[12]. Incluso nuestro sistema agrícola se ha vuelto extremadamente dependiente de los combustibles fósiles y los fertilizantes minerales, que rompen aún más los ciclos naturales de la Tierra y nos alejan de la economía circular[13]. Sólo alimentar a una persona durante un año supone de media en España unas emisiones de casi 4 toneladas de Dióxido de Carbono[14].
Tampoco podemos olvidar el daño que a través de estos y otros mecanismos hacemos sobre la biodiversidad; la vida en la Tierra ya se enfrenta a una nueva extinción masiva de especies, provocada por nuestras acciones[15]. Esta pérdida de biodiversidad puede causar problemas muy diversos[16], entre otros, facilita la proliferación de nuevos virus[17].
Como humanidad debemos asumir la responsabilidad de nuestras acciones, no se trata de hundirnos en la culpabilidad, sino de comprender nuestra responsabilidad; cómo cada ser humano tiene su parte de responsabilidad en el rumbo que toma nuestra civilización: tomando conciencia de nuestro impacto ecológico como paso previo para reducirlo mediante el cambio de costumbres, y a través del voto y la presión sobre las instituciones públicas y empresas. Podemos hacerlo mejor, y debemos hacerlo mejor, pero primero tenemos que proponérnoslo. El optimismo que necesitamos es el que nos impulse a analizar los problemas, pensar de forma global en el complejo sistema que nuestra civilización y nuestro planeta conforman, y pensar a largo plazo. Los buenos tiempos no vienen solos: hay que traerlos, y a eso debemos dirigir nuestro optimismo realista, ese es mi deseo para la humanidad, en este año nuevo, y en los que estén por venir.
“De los buenos tiempos” es un artículo original de Jorge Hernández Bernal (@jorgeherber) astrofísico e investigador predoctoral del Grupo de Ciencias Planetarias de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) donde se centra en el estudio de la atmósfera de Marte. Jorge esta enormemente comprometido con la divulgación de la ciencia desde hace años, participando en distintas asociaciones como LOGOS elkartea.
Referencias:
1) https://ourworldindata.org/energy
2) Hansen, G., & Stone, D. (2016). Assessing the observed impact of anthropogenic climate change. Nature Climate Change, 6(5), 532-537.
3) Lenton, T. M., Rockström, J., Gaffney, O., Rahmstorf, S., Richardson, K., Steffen, W., & Schellnhuber, H. J. (2019). Climate tipping points—too risky to bet against.
4) Ramana, M. V. (2016). Second life or half-life? The contested future of nuclear power and its potential role in a sustainable energy transition. In The Palgrave Handbook of the International Political Economy of Energy (pp. 363-396). Palgrave Macmillan, London.
5) Francis, D. J. (2013). The regional impact of the armed conflict and French intervention in Mali. Oslo: Norwegian Peacebuilding Resource Centre.
6) Capellán-Pérez, I., de Castro, C., & González, L. J. M. (2019). Dynamic Energy Return on Energy Investment (EROI) and material requirements in scenarios of global transition to renewable energies. Energy Strategy Reviews, 26, 100399.
7) Perreault, T. (2020). Bolivia’s High Stakes Lithium Gamble: The renewable energy transition must ensure social justice across the supply chain, from solar panels and electric vehicles to the lithium extraction that fuels them. NACLA Report on the Americas, 52(2), 165-172.
8) Valero, A., Valero, A., Calvo, G., & Ortego, A. (2018). Material bottlenecks in the future development of green technologies. Renewable and Sustainable Energy Reviews, 93, 178-200.
9) Stahel, W. R. (2016). The circular economy. Nature, 531(7595), 435-438.
10) https://es.greenpeace.org/es/wp-content/uploads/sites/3/2020/10/Informe-ECOEMBES-MIENTE_f2.pdf
11) https://justiciaalimentaria.org/sites/default/files/campaign/Informe_Carne_de_Canon.pdf
12) Springmann, M., Clark, M., Mason-D’Croz, D. et al. Options for keeping the food system within environmental limits. Nature 562, 519–525 (2018).
13) Chojnacka, K., Moustakas, K., & Witek-Krowiak, A. (2020). Bio-based fertilizers: A practical approach towards circular economy. Bioresource Technology, 295, 122223.
14) Aguilera, E., Piñero, P., Infante Amate, J., González de Molina, M., Lassaletta, L., Sanz Cobeña, A. (2020). Emisiones de gases de efecto invernadero en el sistema agroalimentario y huella de carbono de la alimentación en España. Real Academia de Ingeniería. ISBN: 978-84-95662-77-4
15) Barnosky, A. D., Matzke, N., Tomiya, S., Wogan, G. O., Swartz, B., Quental, T. B., … & Mersey, B. (2011). Has the Earth’s sixth mass extinction already arrived?. Nature, 471(7336), 51-57.
16) https://www.who.int/news-room/fact-sheets/detail/biodiversity-and-health
17) Lindahl, J. F., & Grace, D. (2015). The consequences of human actions on risks for infectious diseases: a review. Infection ecology & epidemiology, 5(1), 30048.